Después de la tormenta
Apenas entreabrí los ojos, la luz de los primeros rayos del sol me sorprendió. Mientras debatía internamente si debía levantarme o no, miré la mesita de luz buscando la hora. Era muy tarde, tal vez había dormido de más. Inmediatamente recordé todo lo que había pasado la noche anterior y sentí dolor de panza, como un nudo que se estrechaba más y más en mi estómago. Ver el vestido negro de mangas cortas colgado en el vestidor, ese que le había regalado en su último cumpleaños, me produjo una furia incontenible y terminé cortándolo en tiras. Fue la chispa que hizo estallar mis emociones contenidas, y después me sentí mucho más tranquilo. Metí los jirones de la tela junto con una caja llena de cartas y notas cortas – lo único que me quedaba como evidencia de que ella había estado ahí – en una bolsa con la intención de tirarla, pero luego me arrepentí de tan drástica medida. Me pregunté si no había alguna conexión entre ella y el perfil psicológico de mi madre, y por un instante el